lunes, 21 de octubre de 2013


Viernes, 12 de agosto de 2011
RESCATES
Una adelantada
Mary Ellen Richmond (1861-1928, EE.UU.)
 Por Bibiana Travi
Mary Richmond fue una figura clave en “establecer las bases científicas para una nueva profesión”, el Trabajo Social. Por ese motivo, en 1921, recibió el Master of Arts en el Smith College y reconocimiento mundial por su incansable y fecunda labor.
Nació hace ciento cincuenta años, un 5 de agosto, en Belleville, Illinois, al inicio de la Guerra de Secesión. Sus padres murieron a causa de la tuberculosis y fue criada por su abuela y tías, que estuvieron fuertemente implicadas en los “movimientos radicales” de su tiempo. Así se crió en un ambiente de discusión sobre el sufragio femenino, la situación de la mujer, los problemas raciales, la religión, la política, la esclavitud. Su infancia no fue rica en bienes materiales pero sí “en ideas y libros” y fue su abuela quien la estimuló a leer, a pensar por ella misma y a sacar sus propias conclusiones.
Su adolescencia transcurrió en un país signado por transformaciones vertiginosas, donde tuvo lugar un movimiento filosófico, político, social y cultural de gran alcance. Un elemento clave del Movimiento Reformista fue la participación de las mujeres y sus luchas por la emancipación. El fin de siglo trajo importantes rupturas en cuanto a la dicotomía público-privado haciendo emerger una “nueva mujer”, que ocupa el espacio público reclamando autonomía y libertad. Así, la participación en organizaciones sociales y sindicales, fueron “convirtiendo” a la “visitadora social” y “trabajadora de la caridad” en activista política, profesional, investigadora y docente. Muchas de ellas tuvieron que optar entre su “vocación” y su destino de ser una “buena esposa” como alternativas irreconciliables. La mayoría no se casó, otras encontraron como compañeras de vida a otra mujer. Algunas fueron víctimas de las curas de reposo, un siniestro dispositivo terapéutico-disciplinar dirigido a aquietar los “cerebros inquietos”.
Mary Richmond tampoco se casó, rechazando algunas propuestas con motivo de la “tuberculosis de su familia”. Sin embargo, una de sus biógrafas afirma que a lo a largo de su vida mantuvo “amistades intensas y emocionales” con diversas mujeres. Entre ellas, la más importante fue Zilpha Smith, hija de una militante sufragista y antiesclavista, que se convirtió en su mentora, guía e inspiradora. A lo largo de su vida y de las cuatrocientas millas que las separaban, compartieron la pasión por la literatura, el trabajo social y el unitarismo. En 1893, Z. Smith le escribía: “Algo, quizás mi educación (...) me impide decir o escribir mi amor por usted, pero esto canta en mi corazón de todos modos” (E. Agnew, 2004).
Su formación fue fundamentalmente autodidacta debido a su difícil situación económica. Sin embargo, siempre estuvo en contacto con las universidades más prestigiosas y en diálogo permanente con pensadores y científicos de la talla de George Mead, John Dewey y los precursores de los métodos etnográficos, cualitativos, centrados en “la perspectiva de los actores”. Conoció también la obra de socialistas ingleses como Graham Wallas y Beatriz Webb.
Así, el pragmatismo filosófico, el incipiente interaccionismo simbólico, y la investigación disciplinar que desarrolló a partir del estudio de miles de casos serán los cimientos de su programa.
Uno de sus principales logros fue desarrollar los principios filosóficos y las bases para una profesión que surge con una intencionalidad “interventiva”, que supone una relación dinámica y dialéctica entre conocer-intervenir-transformar, integrando lo individual y lo colectivo, tomando en cuenta las relaciones sociales y el ambiente en el que está inmerso el sujeto.
Citando a una de sus ex alumnas, nos dice: “Pienso que el Servicio Social de Caso Individual vive y crece del mismo modo que la democracia, y posee en sí el poder de efectuar una revolución. En efecto, no puede existir una verdadera democracia sin este servicio”. Por ello su actividad profesional, como docente e investigadora, fue incesante.
En 1897, en Toronto, propone el primer plan de estudios para la formación profesional, resaltando el papel de la universidad y de la formación práctica. Contribuyó a la elaboración de reformas legislativas referidas al trabajo infantil, la creación de tribunales de menores y creó un comité de mujeres en el City Party, que luchaba contra la corrupción en el Consejo de la Ciudad. Frente a la Primera Guerra Mundial, estuvo a favor de la política de no intervención del presidente Wilson y creó un Home-Service para las familias de los soldados en el frente, realizando una gran contribución a la Cruz Roja a través de la capacitación y edición de un manual. Considerando que la discriminación hacia los inmigrantes era una grave violación a los derechos del hombre, fundó un comité de apoyo para familias extranjeras. En 1918, asumió la cátedra de Caso Social Individual, en la Escuela de Trabajo Social de Nueva York.
¿Por qué hoy, a cinto cincuenta años de su nacimiento, le rendimos homenaje? Su trayectoria, compromiso profesional, intelectual y militante bastarían para dar una respuesta, pero hay otras razones: adelantándose más de medio siglo, desarrolló un modelo teórico-metodológico, claramente comprensivista, basado en valores humanistas y democráticos, hoy de absoluta actualidad. Y porque al estudiar su obra, invita a quienes se dedican al trabajo social a volver, cada día, a elegir esta profesión.

Baby Down, una muñeca de ojos almendrados

Para acabar con el reinado fantástico e irreal de las barbies se inventaron hace tiempo las muñecas negras, las chinas, muñecas de otra piel, de otros países o culturas, que enseñan a todos los niños la variedad real que puebla nuestro planeta. Y el síndrome de Down forma también parte del mismo, una parte tan importante como las demás, por eso la Federación Española de Síndrome de Down ha decidido lanzar al mercado la primera muñeca que presenta las características físicas de estos niños.

Baby Down, una muñeca de ojos almendrados
El objetivo principal de esta iniciativa, presentada bajo el nombre de Baby Down, es fomentar en los más pequeños el respeto por la diferencia. La Baby Down supone el reconocimiento de que la realidad de las personas con alguna discapacidad debe reflejarse también en los juguetes, del mismo modo que hace años comenzaron a comercializarse muñecas de distintas razas para favorecer su integración social. Según explica en una nota la Federación Española de Síndrome de Down, “la muñeca enseña a los niños conceptos tan importantes como el valor de la diferencia, el respeto a todos los seres humanos, la solidaridad, la tolerancia, la comprensión y la ayuda a los demás”. Isidoro Candel, experto en atención temprana de la Federación, explica que en nuestra sociedad “existe una diversidad que no siempre se proyecta al mundo infantil por miedo, por vergüenza, por interés o simplemente, por descuido. No todos los niños son como la Barbie, ni todos tienen la fuerza o la velocidad de sus héroes de miniatura”. El diseño de la muñeca atiende a la fisonomía del síndrome de Down que se distingue, principalmente, por una serie de rasgos faciales. Quizá el más familiar para todos es el que se aprecia en su mirada, ya que los ojos tienen forma de almendra; el puente nasal es más aplanado y las orejas son más pequeñas y se encuentran en una posición más baja de lo normal; la cabeza es también pequeña y tiene forma plana en la parte posterior, sus manos pequeñas, con los dedos cortos, y la palma de la mano atravesada por un pliegue; el cabello es lacio y el paladar más estrecho. La Baby Down ofrece también múltiples beneficios para los niños con síndrome de Down, ya que, al reflejar su propia imagen, les hace sentirse integrados en la sociedad en la que viven. Junto a la Baby Down, la Federación editó un díptico, basado en el manual de Atención Temprana que recoge sencillas instrucciones para que los niños jueguen en forma simbólica a estimular los cinco sentidos de la muñeca, tal y como se hace en realidad con los bebés que nacen con síndrome de Down. A través de este juguete y con la ayuda de los padres, el niño aprende a relacionarse de manera distinta con el mundo que lo rodea. La Baby Down está íntegramente fabricada en España y en su diseño han participado más de 20 empresas. La empresa fabricante, Destoys, donará 2 euros de la venta de cada muñeca, para financiar proyectos de la Federación Española de Síndrome de Down, destinados a mejorar la calidad de vida de las personas con síndrome de Down y sus familias. Según informa la federación, ya se han fabricado más de 3000 muñecas y la enorme demanda ha superado todas las expectativas. Está a la venta en jugueterías y grandes almacenes en toda España. La actividad y el trabajo de Down España es continua, como lo demuestra la presentación de esta muñeca y la del CD Educativo “El arca de los pensamientos”, que también acaba de dar a conocer. El objetivo de esta iniciativa es ofrecer un conjunto de actividades multimedia destinadas a entrenar a personas con síndrome de Down y discapacidad intelectual en las habilidades más importantes para pensar y aprender. El CD “El arca (Aprender, Resolver, Comprender, Aplicar) de los pensamientos” pretende profundizar en la enseñanza de la tecnología y la informática y reforzar diferentes procesos cognitivos como la discriminación visual, la atención, el razonamiento y la memoria.

Campeones

Niños indígenas mexicanos que juegan descalzos a baloncesto hacen historia

El singular equipo gana en Argentina un campeonato infantil en el que participaban 20 conjuntos de siete países

Jueves, 17 de octubre del 2013 - 21:37h
AGENCIAS / México
A veces el esfuerzo, el trabajo, la constancia suplen carencias como la falta de recursos. Es lo que les ha pasado a los Triqui, un equipo infantil de baloncesto formado por niños indígenas de Oaxaca, una de las regiones más pobres de México, que, a pesar de jugar muchos de ellos descalzos y de ser más bajitos que sus rivales, ha conseguido ganar un campeonato de baloncesto en el que participaban 20 equipos de siete países de América Latina.
Algunos de los miembros del equipo Triqui de baloncesto, de Oaxaca (México). TWITTER
El equipo de los Triqui, en plena competición en Argentina. TWITTER
La gesta ha tenido lugar esta semana en Argentina, donde se ha disputado el Festival Mundial de Mini-Baloncesto; un torneo que desde el 2010 impulsa la Federación Internacional de Baloncesto de las Américas (FIBA) para dar oportunidades de desarrollo a la población infantil de zonas pobres de la región.
Los Triqui se han impuesto en los siete partidos que han disputado en este torneo. Uno de sus entrenadores, Ernesto Merino, ha explicado que los niños, a quienes sus rivales llamaban "los ratones descalzos de México", han suplido sus limitaciones "con fuerza, velocidad y resistencia". Merino ha apuntado que todos los niños reciben unas zapatillas deportivas cuando llegan al equipo pero que muchos de ellos simplemente no las usan porque están acostumbrados a ir descalzos. "Para ellos es normal no tener zapatos", apunta el técnico tras relatar que estos niños provienen de familias pobres.
Los miembros de los Triqui, además de zapatillas, reciben por parte del Gobierno del estado de Oaxaca los uniformes y una paga de 46 dólares. "Vemos el baloncesto como una oportunidad", subraya Merino. Para entrar en el equipo --actualmente formado por 40 niños, entre ellos cinco niñas-- los pequeños deben tener buenas notas y hablar su lengua nativa. "Queremos que estén bien preparados", remacha el técnico.

El orgullo del presidente

La actuación de los niños les ha valido el reconocimiento del Gobierno del estado de Oaxaca, del Congreso mexicano y del mismo presidente de México, Enrique Peña Nieto. "Las victorias del equipo triqui de la Academia de Baloncesto Indígena de Oaxaca son un orgullo para los mexicanos", ha escrito Peña Nieto en su cuenta de Twitter.
También el presidente de la FIBA, Horacio Muratore, les ha reconocido su labor. "Estos niños se merecían el campeonato más que nadie", ha señalado.
En las redes sociales muchos han aprovechado para comparar la actuación de los Triqui con el mal momento de juego por el que pasa la selección nacional de fútbol de México. "La selección de niños triquis de Oaxaca jugando descalzos... Son un orgullo, no la mierda que tenemos en el fútbol", escribe @Nteratedetodo. "Entre la #selecciónmexicana y la selección de baloncesto de niños triquis de Oaxaca, me quedo con estos últimos", apunta @LuisaRepAmorosa.